Lourdes Murillo (Badajoz, 1964) presenta esta intervención en la que la secuencia lineal de luces y sombras, el sonido de la viola del Prólogo de Gérard Grisey, y el aroma del incienso provocan experiencias sensoriales que la poesía La noche oscura, de San Juan de la Cruz, dota de múltiples sentidos.
En este ambiente portador de significados el espacio actúa también como una presencia activa que invita al espectador a participar vivencialmente. La intervención atiende a la vista, al olfato y el oído creando una atmósfera propicia para la poesía y la emoción.