De nuevo de la mano de un haiku, la artista inicia una nueva serie de ilustraciones. En esta ocasión, se sirve de uno de Kikusha-ni que le sugiere, con tan pocas palabras y con gran lucidez, ese momento de intimidad con uno mismo, en el que el individuo se encuentra a solas frente a la luna. Un instante inmenso que permite aflorar los sentimientos más recónditos.