El joven artista valenciano Miquel Ponce (1997) muestra su producción más reciente en La Frágil Magia del Embrujo, en la que se concibe la pintura como residuo, como signo de deterioro y manipulación.
Factores como el azar y el tiempo están muy presentes en su trabajo, que reflexiona sobre la producción de imágenes y sobre la crisis de la visualidad, buscando nuevos caminos para la producción pictórica.