Es una de las figuras más destacadas de la generación abstracta española de la década de los 50. Sin pertenecer a ningún grupo ni adscribirse a ningún estilo, Mompó comenzó investigando en el ámbito de la figuración para evolucionar hacia la abstracción y acabar encontrando un lenguaje propio.
Su obra prima la influencia de la luz, propia de pintores levantinos. Una luz mediterránea que queda plasmada en sus telas a través del predominio del blanco y los tonos luminosos. Pequeños grafismos en brillantes colores salpican sus pinturas llenas de sutiles resonancias figurativas.